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El Mindfulness también beneficia a los escépticos

Paloma García. Experta en Comunicación Emocional y Coaching de Fortalezas&Bienestar.

Es un hecho real: la práctica de Mindfulness mejora el bienestar físico, mental y emocional de las personas.
Esta enseñanza milenaria nos entrena para aprender a estar presentes y a darnos cuenta de lo que sucede fuera y dentro de nuestro cuerpo. ¿Para qué sirve esto? Para apagar el modo Hacer, que está permanentemente activado en esta sociedad (y que ha desencadenado la mayor y más duradera pandemia global: la ansiedad), y encender el modo SER. Algunos de sus efectos positivos son:

– Mayor consciencia sobre nosotros y nuestro entorno.
– Aumenta la creatividad, la atención y la concentración.
– Mejora la salud.
– Disminuye el estrés y el dolor crónico.
– Mayor resiliencia, armonía laboral-personal.
– Más capacidad para discernir y tomar decisiones.
– Menos durabilidad e impacto de las emociones negativas.
– Aumento de la aceptación ante las experiencias que nos toca vivir.

“Meditar no es obligarte a sentarte en el suelo y cruzar las piernas en una posición imposible.”

Paloma García. Experta en Comunicación Emocional y Coaching de Fortalezas&Bienestar

Sus beneficios en el sistema nervioso son tan positivos que la ciencia se ha rendido a sus pies y lleva años investigando qué ocurre realmente en nuestro cuerpo con la práctica de Mindfulness. Ocho semanas de práctica bastan para provocar cambios en nuestro cerebro:


1. La amígdala reduce su actividad y su tamaño: es esa parte del cerebro que guarda y asocia emociones con situaciones de peligro. Cuando está sobreactivada nos hace más reactivos y nos pone a la defensiva.

2. La actividad del neocórtex prefontal aumenta: vinculada con nuestra capacidad de regular nuestras emociones, de adquirir claridad para alcanzar nuestros objetivos con una mejor toma de decisiones.

3. Los niveles de cortisol en sangre se reducen: la conocida hormona del estrés disminuye.


Sí, hay que cerrar los ojos. Hay que dedicarle tiempo y atención a la práctica para obtener resultados. Sí, supone responsabilizarnos de nuestro bienestar y comprometernos con nosotros mismos para aprender a vivir con mayor armonía en un mundo vertiginoso. La palabra meditación está cargada de connotaciones que alejan a muchísimas personas de, ni siquiera, intentarlo. Pero meditar no es obligarte a sentarte en el suelo cruzando las piernas en una posición imposible y dejar la mente en blanco. Ahora mismo puedes empezar si, al cerrar los ojos, llevas tu atención a cómo es tu respiración: presta atención al recorrido que hace el aire que inhalas y, cómo se deshace con cada exhalación. ¿Tu mente empieza a divagar entre tus pensamientos, tareas y preocupaciones? Estupendo. Date cuenta de que ha ocurrido y vuelve a llevar tu atención a tu respiración.

Cada vez más personas, instituciones y empresas son conscientes del impacto positivo que conlleva esta práctica en sus equipos para aumentar el bienestar laboral y, por tanto, el rendimiento y los resultados. Incluso el Cuerpo de Marines de EEUU ha incorporado el Mindfulness en sus entrenamientos para aumentar la capacidad de toma rápida de decisiones en situaciones sometidas a mucha presión, además de para resetear el sistema nervioso. ¿La gran consecuencia? Menos casos de marines con estrés post traumático tras los conflictos.

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